sábado, 18 de abril de 2015

Choco-Mandala-Terapia.

Choco-Mandala-Terapia.
Suena bien, ¿no?

Después de la aventura de los mandalas en el Parque del Retiro, venía una aún mejor. ¿Puede haber mejor alianza que un Mandala (con toda la relajación que conlleva en sí mismo) y el chocolate? Seguro que no. Y ahí está lo que iba a ser una experiencia, como mínimo, muy dulce y divertida: UN MANDALA DE CHOCOLATE.

En grupo llevamos el 9 de abril todo lo que necesitábamos para hacer el Mandala de chocolate: lacasitos, tortitas de anís (a falta de obleas buenas son tortas, ¿no?), regaliz, siropes de chocolate, etc. Cuando entramos a la clase, las mesas estaban llenas de obleas, siropes de colores, bolitas de decorar pasteles y un millón de cosas más riquísimas que llevarse a la boca. Empezamos a hacer los mandalas y yo en mi caso, aunque no sabía muy bien por dónde empezar, bordeé la tortita con sirope, marqué claramente el centro de mi Mandala y luego lo demás llegó solo. Formas redondas, formas geométricas, colores, de todo. Mientras lo hacía me daba por pensar (quizá es una locura de las mías) que me sentía más conectada con mi Mandala cuando las formas eran redonditas, de bordes suaves y movimientos que fluían solos. Las formas geométricas me costaban más y sentía que no fluía igual, era como si fuera para mí una tarea más ardua que las demás…

Me considero una persona creativa y siempre me ha gustado pintar. No suelo pintar con pinturas, ni en lienzo, ni nada de eso, pero me gusta coger una caja de rotuladores de los que tiene todo hijo de vecino en su casa y dejar que mis manos inunden de colores el papel. Con lo que salga, sea lo que sea, siempre me parece bonito porque es mío, al fin y al cabo, la belleza es subjetiva y mi dibujo es una huella de mí que perdurará en el tiempo mientras ese papel se mantenga, ¿no? Pues si no lo quiero yo, ¡quién lo va a querer!

En definitiva, que todo el mundo empezó con sus mandalas y la clase de plástica cada vez olía mejor, más y más a chocolate y cosas ricas. Habían mandalas muy muy bonitos pero una cosa que me hizo mucha gracia es que muy poca gente (entre la que me incluyo) se lo comió. Supongo que será por lo que nos contó Pilar de que la energía que has plasmado en el Mandala vuelve a ti si te lo comes…quizá todas las que no nos comimos el Mandala tuviéramos  algo descolocado ese día por dentro y nos entró el pánico de que la cosa fuera a peor.


Fue una experiencia súper divertida, me lo pasé muy bien y creo que hicimos cosas muy bonitas todas las que estábamos allí. Os dejo aquí unas fotos de los dos mandalas que hice yo, y otra del Gran Mandala que hicimos mi grupo y yo juntando todos los mini mandalas del grupo. Espero que os guste tanto como a mí, ¡¡fue una aventura deliciosa!!

Mi Mandala (I)
(foto: Alba Gutiérrez Cortés)

Mi Mandala (II)
(foto: Alba Gutiérrez Cortés)

Mis dos Mandalas juntos
(foto: Alba Gutiérrez Cortés)

Gran Mandala de dibujARTE :)
(foto: Alba Gutiérrez Cortés)




Alba Gutiérrez Cortés

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