El pasado 9 de Abril, hicimos un
taller de mandalas dulces en el aula.
En primer lugar, debo decir que
hablé con mis compañeras del grupo para que cada una llevara los ingredientes que
pudiera. Pero resulta que, a pesar de que buscamos las famosas obleas en muchos
supermercados, no las encontramos; por lo que decidimos trabajar con tortas de
anis, que también son redondas y fáciles de decorar.
Este mismo jueves, cuando estaba
en casa (preparándome y preparando el material para ir a clase), le pregunté a
mi madre que si teníamos sirope de chocolate en casa para no tener que
comprarlo. Cuando abrió el armario, nos dimos cuenta de que teníamos dos botes
de sirope de chocolate, uno empezado y otro sin abrir. Entonces, cogí el bote
que estaba empezado y vi que había caducado hace dos meses. Al principio, pensé
en tirar el bote, pero la verdad es que me daba pena porque estaba casi lleno;
entonces se me ocurrió la maravillosa idea de “reciclarlo” en el mandala, ya
que vi que estaba en buen estado porque no hacía mucho tiempo que había
caducado. Además, yo ya sabía que no me iba a comer el mandala porque no me
gustan las tortas de anis, por lo que no me importaba que el sirope estuviera
pasado de fecha y sabía que era un buen momento para dar provecho a ese sirope.
También cogí el bote de sirope que estaba sin empezar por si alguna de mis
compañeras pensaba comerse su mandala, que pudiera hacerlo sin problema.
Después, miré en otro armario de la cocina y cogí unos regalices rojos y unos
conguitos porque pensé que nos podían servir para decorar los mandalas. Para la
decoración, también contábamos con lacasitos y cola-cao en polvo que llevó otra
compañera. Y, por último, también llevé 6 pinceles de distintos grosores que
había comprado esa misma mañana.
Ahora es, entonces, cuando dejé
fluir a mi mente y a mi mano derecha para crear mandalas dulces.
En la primera mandala, dibujé una
flor con 6 pétalos y un tallo con una hojita. También dibujé una línea gordita
de chocolate, simulando que era el césped en el que se encontraba la flor.
Aunque, debo destacar, que la idea de hacer una flor se me ocurrió después de
haber hecho un borde en zig-zag alrededor de la torta de anis. Después, para
decorar los pétalos, corté trozos pequeños de regaliz y puse uno en cada
pétalo. Y, finalmente, como me daba la sensación de que mi mandala estaba un
poco vacío, rodé la flor con conguitos de chocolate negro y espolvoreé cola-cao
por encima de éstos.
En la segunda mandala, empecé
dibujando un borde de chocolate. Después, en el centro hice una especie de
caracol, pero no me gustó, por lo que decidí rellenar toda la tortita de
chocolate para borrarlo. En ese momento, pensé que no había vuelta atrás y que
ya no podía hacer nada en esa mandala porque la había estropeado con tanto
chocolate; pero descubrí que era un buen fondo para poder escribir mi nombre de
una manera dulce. ¡¿Y qué mejor forma que hacerlo con lacasitos?! Y así lo
hice…aprovechando que los lacasitos tenían distintas letras, busqué las 6 de mi
nombre. Y, sin buscarlo ni quererlo, dio la casualidad que las letras de mi
nombre estaban de los mismo colores, de forma alternativa (es decir, la “A”
verde; la “N”naranja; la “D” verde… y así sucesivamente, hasta formar ANDRE). Sin embargo, cuando fui a coger
la última “A”, me di cuenta de que ya no quedaban porque mis compañeras también
las habían utilizado para escribir su nombre. Al principio, dudaba en si
dejarlo con ANDRE, o quitar todas las letras; pero en la bolsa de lacasitos, vi
que había uno que tenía el símbolo “@”, así que, decidí utilizarlo. Es cierto
que no era la letra de mi nombre y que el lacasito era amarillo, rompiendo la
alternancia de colores de mi nombre; pero la verdad es que me gustó porque me
llevó a pensar que nada es perfecto y que así quedaba de una forma más personal
y original, entonces, dejé mi nombre escrito en el centro de la tortita.
Después, espolvoreé cola-cao en el borde de la tortita y puse encima unos
trozos de regaliz para decorarlo. Debajo de mi nombre, hice un corazón con
trocitos de regaliz rojo. Al ver mi mandala así, pensé que ya estaba terminada;
pero cuando la miraba, no me terminaba de llenar del todo porque la parte de
arriba estaba muy vacía y quería ponerle algo de color, pero no tenía nada. Y
entonces, justo miré la mesa de mis compañeras y vi que tenían un bote de
bolitas de colores y les dije que si me lo prestaban, así que, eché unas
poquitas en la parte de arriba de mi mandala.
Mi intención era hacer dos
mandalas, pero como llegó el descanso y yo sentía que me estaba gustando el
taller y que era divertido, decidí hacer un último mandala. Lo hice de forma
rápida, dejándome llevar por mi mano y el pincel que sujetaba. Empecé haciendo
un borde de chocolate alrededor de la tortita y una espiral en el centro, ya
que la anterior la tuve que “borrar”. Y, sin buscarlo, dibujé una especie de
Sol. Al final, hice unos puntos de chocolate en rayo y rayo y puse un lacasito,
alternando los colores, al final de cada rayo.
Por último, Noelia tuvo la
maravillosa idea de construir un gran mandala juntando todos los nuestros. Y
así lo hicimos:
Sinceramente, disfruté mucho
haciendo esta actividad porque recordé los momentos en los que yo hago tortitas
con mis primas pequeñas y las decoramos con sirope de chocolate, manchándonos
las manos con chocolate y la nariz con un poquito de nata. Pienso que el taller de mandalas
dulces es una muy buena actividad para hacer con los niños pequeños, ya que
pueden trabajar con total creatividad e imaginación.
Aquí os dejo unas fotos mías con mis mandalas dulces :)
Y para terminar, seleccione las mandalas que más me habían gustado, y formé una flor con ellas, recordando a mis amigas "Las florecillas" , a quienes les había contado que iba a hacer mandalas dulces y les iba pasando fotos del proceso durante el taller. Aquí os dejo una foto que yo edité, añadiendo unas flores, una tableta de chocolate y un caramelo.
¡¡¡¡ENCHOCOLATÍZATE!!!!
Fdo: Andrea Sobrino Verde
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